Transexualidad, ¿libertad para elegir?
Nacemos libres y cada cuál es libre de poder cambiar su cuerpo o aquello que no le gusta sino se siente a gusto con él. ¿Pero por qué una mujer se opera el pecho para tener una talla más con total respeto y libertad, y un transexual es considerado un enfermo si realiza una operación de cambio de sexo? ¿Hablamos de igualdad? No lo creo, actualmente aún la OMS sigue definiendo a la transexualidad como una enfermedad mental. ¿Es esta la mentalidad que define a nuestra sociedad? Desgraciadamente para muchos sí, aún no se ha conseguido eliminar totalmente las barreras que impiden ver el cambio de sexo como algo corriente, a menudo son tachados por la sociedad de enfermos, locos, depravados o viciosos.
La transexualidad es
una realidad social y como tal merece un respeto y una total integración social
y laboral. Aunque existen diversas asociaciones y colectivos de ayudas como
COGAM y “No te prives” que tratan a transexuales desde la infancia, luchan por
los derechos de estos niños y ayudan a los padres en la difícil tarea, como el
reconocimiento en el colegio, no es suficiente para conseguir una igualdad
total. Acusan al entorno social de ser ignorantes y estar desinformados de la
realidad de estas personas, algunos incluso los tachan de monstruos o los
denominan con total confusión como “el tercer sexo”. Los transexuales solo
quieren ser felices y elegir su camino libremente, ¿qué clase de sociedad retrograda
discrimina a una persona por tener deseos o gustos diferentes al resto de la
población? En su lucha por la inclusión se encuentran con multitud de piedras
en el camino; la constante exclusión social y laboral han llevado a muchas
transexuales a prostituirse para poder sobrevivir o costearse la operación de
cambio de sexo, pues el desempleo afecta al 70% de los transexuales adultos.
En el caso de los
transexuales menores, el apoyo familiar es un factor clave y decisivo durante
todo el duro y sufrido proceso valorado además por psicólogos. Es importante
que los padres muestren apoyo, comprensión y respeto, porque en multitud de
casos no quieren ver esta realidad o piensan que se trata simplemente de
homosexualidad, pero las evidencias son claras desde muy pequeños cuando los
padres les permiten dar el paso del cambio la actitud de los niños cambia, a
nivel social y en el colegio. Los expertos recomiendan empezar con la
hormonación a los 15- 16 años; aunque este sentir psicológico puede empezar a
manifestarse desde los 2 años de edad, que es cuando empezamos a ser
conscientes de lo que somos. La pubertad es especialmente difícil para los
transexuales porque es un proceso de cambio; el miedo a no gustar y no sentiré
a gusto con su cuerpo se intensifica mucho más. Es ahí precisamente donde, en
mi opinión, se deberían aplicar políticas educativas que fomenten la igualdad y
tolerancia entre los más jóvenes desde los centros escolares, puesto que el
acoso y discriminación hacia los transexuales se inicia desde muy temprano.
Este sentir psicológico
es distinto al sentir físico. No se hace transexual, es algo que ocurre desde
antes de nacer, en el vientre materno se produce un desajuste del cuerpo con la
mentalidad. No se trata de un mero capricho, simplemente no se sienten
pertenecientes al sexo biológico con el que han nacido y no por ello han de ser
discriminados. Es importante entender lo difícil que es sentirse así para
ellos, su sueño es ser felices con su cuerpo y tener una sensación de nueva
vida. El cambio de sexo es un proceso largo y complicado que requiere un
tratamiento de psicoterapia, anterior y posterior a la intervención quirúrgica
para ayudar al paciente a aceptar su nuevo cuerpo y a salvar los posibles
problemas que pueden derivarse del cambio. El proceso total puede durar entre
tres y cuatro años y costar entre 12.000 y los 25.000 euros.
Todos somos personas, y
deberíamos alejarnos de estereotipos y etiquetas, y conseguir de una vez que
sean reconocidos sus derechos como personas. “La libertad y la fraternidad son
palabras, mientras la igualdad es un hecho. La igualdad debe ser la gran
fórmula humana.” Henri Barbusse