martes, 15 de enero de 2013

Opinión

Objetividad periodística, ¿mito o realidad?

En la teoría,  un periodista debe realizar su trabajo bajo el ideal de la objetividad, aunque esto no está tan claro a la hora de la práctica; pues hoy en día esto es cada vez más invisible. Con el paso del tiempo este ideal de objetividad se ha hecho más difícil de cumplir, así mismo, la neutralidad y el punto de vista imparcial en los medios también son prácticamente un mito; se han ido corrompiendo de tal forma que las informaciones son utilizadas como instrumentos al servicio del poder político y económico.
El conocimiento, es decir la representación de la realidad, que ha de transmitirse debe ser tan exacto como sea posible. Para que la información sea veraz, ha de estar fundamentada por fuentes fiables, morales, éticas e imparciales, dotadas de credibilidad y confianza.

En el caso de la prensa escrita, para dar credibilidad a sus contenidos, los diarios se escudan en el presupuesto de la neutralidad informativa. Cuando se hallan diferenciadas las secciones de opinión, que reconocen abiertamente su carácter subjetivo, y el resto de las noticias, se tiene la impresión de que se las  ha despojado de los intereses ideológicos y económicos, y de los condicionantes personales del medio de comunicación. Sin embargo, las noticias mostradas en los diarios siempre se orientan hacia un punto de vista. Toda noticia connota unos presupuestos ideológicos. Así, tanto los diarios como los demás medios de comunicación, tergiversan lo que se ha acontecido, por la selección de lo que es relevante y lo que no, de lo que debe conocerse y lo que debe ocultarse y silenciarse, estos medios dictan lo que va a ser la agenda pública, los temas de los que se va a hablar en la esfera pública focalizando  el interés público en determinados asuntos, al mismo tiempo se silencian otros muchos que no son convenientes para sus intereses y lo que será o no objeto de debate.

Este problema de la falta de objetividad periodística, hace que el ciudadano dude cuál es la verdadera información. El problema del público radica en saber distinguir entre información veraz y ajustada a la realidad de los acontecimientos, de aquella que tergiversa la percepción de lo que está ocurriendo.

“Un periodista que miente es cómo un político corrupto” dijo la periodista María Antonia Iglesias, en una pasada entrevista. Y estoy totalmente de acuerdo, pues lo ideal sería que hubiera más profesionales competentes en el ejercicio de las actividades periodísticas y libres de intereses de cualquier tipo, para poder transmitir una información real y natural. Pero esto es  más una ilusión que un hecho que pueda ser posible, ya que estos trabajan impuestos por unos intereses bajo el mandato de la cadena, diario o emisora en los que desarrollen su actividad. Debería de haber una clara división entre los medios destinados a la opinión personal y debate, de los que realmente quieren transmitir una información libre de “cargas”, ya que los únicos perjudicados de esta falta de objetividad en los medios somos nosotros, el público porque nos creemos la información que nos dan estos informadores y la damos por buena sin contrastarla.